noticia extraida de la Vanguardia.com dia 19/04/12
Un fornido individuo de un par de metros de altura se encara con el
guardia de seguridad de la estación ferroviaria de Sants. "¿Tú y yo?",
le espeta con tono amenazador, al tiempo que dispone sus puños y brazos
en ademán pugilístico. El vigilante estira un brazo, impone una
distancia de seguridad. "Aquí no se puede beber cerveza". Sobre todo del
gollete de una botella de un litro de capacidad. El interventor aprieta
contra el pecho y la corbata su
pequeña carpeta con sus formularios de
sanciones y retrocede cuatro pasos.
Los interventores del servicio de Rodalies de Renfe están hartos de estas escenas. Lamentablemente, ya son cotidianas. Las agresiones
a los interventores son tan habituales que Renfe está diseñando un
nuevo plan de seguridad para acabar con ellas. Y los interventores
sopesan la posibilidad de mirar para otro lado, de hacerse los tontos.
La primera medida del nuevo plan es reforzar la presencia de vigilantes
jurados en la principal estación de Catalunya. En Sants, desde ayer
mismo, donde haya un interventor, habrá siempre un vigilante.
"¿Tú
también? ¿Los dos contra mí?", suelta el individuo a un segundo guardia
de seguridad que aparece en escena, cerrando de nuevo sus amenazantes
puños. "Podéis quedaros la cerveza. Yo me largo...". Según informan
fuentes de los comités de empresa de Barcelona, muchos interventores de
Rodalies, y también algunos de media distancia, están ya tan hartos de
estas escenas lamentablemente cotidianas, de que les insulten, agarren
de la corbata, suelten un puñetazo, que planean una huelga de celo.
"Hace
años que esquivo los líos -cuenta un interventor, después de que el
individuo de puños amenazantes se perdiera entre el gentío-. Me bañaron
en cerveza. Tuve que encerrarme en un compartimento... La gente ya no
nos respeta. Le pides el billete y te insultan, y si no tienes en la
espalda un vigilante tratan de pegarte. Porque no quieren pagar, hay
crisis, el servicio no funciona como debería, les da la gana... Es que
le dices a la gente que no ponga los pies en el asiento y te insultan.
Vas a trabajar con miedo".
Y es que hace pocos fines de semana un
interventor acabó en el hospital de Mollet del Vallès después de que un
grupo de jóvenes que regresaba de juerga le rompiera la nariz y le
produjera varias contusiones por todo el cuerpo y además unos cuantos
cortes en la espalda. Todo por pedirles el billete. Numerosos
interventores se concentraron antes de ayer en Sants para protestar
contra la última agresión, que no fue la citada en la línea R3, sino una
más reciente junto a los torniquetes de la céntrica estación
barcelonesa. Los interventores de Rodalies no tienen la intención de
dejar de informar a los viajeros, ni de negarse a expender un billete a
quien lo solicite. Pero sí están dispuestos a dejar de pedirlos, a
alejarse de las situaciones potencialmente conflictivas. Como poner una
multa a un viajero que se ha colado. De hecho, según fuentes sindicales,
esta misma semana han dejado de hacerlo en las líneas que comunican las
estaciones de Sant Andreu Arenal y Vic y las de Manresa y Terrassa.
Estos
son los últimos itinerarios de las cercanías barcelonesas en los que de
manera habitual pueden encontrarse interventores sin compañía
recorriendo los vagones. Los interventores continuarán avisando al
maquinista de que ya puede arrancar de nuevo el convoy, de que ya se han
bajado todos los que se querían bajar, una circunstancia especialmente
delicada en estos tramos. Pero no le pedirán el billete a nadie. Y
tampoco rogarán a los incívicos que retiren los pies de los asientos.
Los
interventores dicen que su miedo crece desde hace un año, cuando un
vigilante falleció en la estación de Castelldefels durante un altercado.
Desde entonces, denuncian, las agresiones se han multiplicado. "Y las
buenas palabras de la empresa y la Generalitat no están dando
resultados". Renfe recuerda que cada año invierte en seguridad 10
millones de euros, y que desde el 2010 la Generalitat destina a este
concepto una partida de más de dos millones.
"Trabajamos con las
policías locales y los Mossos d'Esquadra", subrayan desde la empresa.
Los interventores, en voz baja, sin ganas de airear sus penurias, a pie
de raíl, lamentan que tengan que trabajar de la mano de vigilantes,
extremo que no siempre es posible... "Le llamas la atención a alguien en
una estación -dicen-, te suelta un empujón, te agarra de la corbata, te
da un puñetazo... y se larga. Y tú, pues llamas a seguridad, pones una
denuncia ante los Mossos, pero la mayoría sale impune".
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